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“Leer les ayudará a rechazar la realidad como un hecho irrevocable” Ernesto Sabato *
Queridos chicos:
He venido hasta acá porque quiero hablarles de la
educación, de los libros, de la importancia decisiva que tienen en la vida de
los pueblos y de las personas, y de la que han tenido en mi vida.
Han pasado tantos años y sin embargo aún conservo
el recuerdo de mi escuela de Rojas y de aquel colegio de mi adolescencia donde,
igual que ustedes, fui conducido a los umbrales del pensamiento y de la
imaginación. Con una mezcla de rigor y de ternura nuestras maestras y nuestros
profesores nos enseñaron a buscar la verdad, a la vez que se iba formando
nuestro espíritu con valores esenciales. Junto a los saberes que integran la
educación básica, ellos nos transmitieron algo de la heroica epopeya del
hombre. A menudo nos sentíamos extraviados ante aquellos acontecimientos cuyos
motivos últimos, sin duda, sobrepasaban lo que podíamos comprender. Por esos
relatos, llenos de peligro y de pasión, lograban suscitar nuestro asombro, que
es la piedra angular de la verdadera enseñanza. En aquel tiempo, se forjaron
las ideas esenciales que me acompañaron a lo largo de la vida, y se echaron las
raíces de todo lo que tuvo que ser.
Por eso he venido hoy, especialmente, para hacerles
un pedido: les quiero pedir a los chicos y a los jóvenes, con la autoridad que
me dan los años, que lean. Yo también he leído de chico, y fueron los libros
quienes me ayudaron a comprender y a querer la grandeza de la vida. Quienes
sembraron en mi alma lo que luego los años pudieron expandir. Leía cuanto
llegaba a aquellas bibliotecas de barrio, donde primero a través de libros de
aventuras, y luego, porque un libro lleva, inexorablememte, a otro libro, a
través de los más grandes de todos los tiempos, esos que nos entregan los
abismos del corazón humano, y la belleza y el sentido de la existencia.
Leer les agrandará, chicos, el deseo, y el
horizonte de la vida.
Leer les dará una mirada más abierta sobre los
hombres y sobre el mundo, y los ayudará a rechazar la realidad como un hecho
irrevocable. Esa negación, esa sagrada rebeldía, es la grieta que abrimos sobre
la opacidad del mundo. A través de ella puede filtrarse una novedad que aliente
nuestro compromiso.
Privar a un niño de su derecho a la educación es
amputarlo de esa primera comunidad donde los pueblos van madurando sus utopías.
Créanme, es necesario que nos dejemos todos empapar
por la utópica búsqueda de una gran educación para nuestros chicos.
Lo he dicho en otras oportunidades y lo reafirmo:
la búsqueda de una vida más humana debe comenzar por la educación. Como supo
señalar Simone Weil, su tarea es "preparar para la vida real, formar al
ser humano para que él mismo pueda entretejer, con este universo que es su
herencia, y con sus hermanos cuya condición es idéntica a la suya, relaciones
dignas de la grandeza humana".